¿Vivir para fotografiar, o fotografiar para vivir?

Creo, firmemente, que tenemos que vivir para intentar ser felices. La fotografía nos ayuda a exteriorizar pensamientos y sentimientos que nos acompañan. Si podemos vivir fotografiando y eso nos hace felices pues es perfecto. Si además la fotografía es una fuente de ingresos pues mejor todavía. Pero vivir de la fotografía sin ser felices con ello nos aleja de ser fotógrafos.

¿En qué momento empiezas tus andaduras en el mundo de la fotografía?

Comencé bastante joven, recién llegado al instituto, con 14 años. Un pequeño grupo de compañeros, muy influenciados por Félix Rodríguez de la Fuente empezamos a realizar “estudios” sobre la fauna de nuestro entorno. Al poco tiempo hicimos algunas charlas sobre el tema en el Ateneo Ferrolán y, claro, necesitábamos fotografías para documentar todo. Así empecé a sacar fotos.

¿Qué te llevo a especializarte en fotografía de naturaleza?

La necesidad de tenerla cerca y de intentar que se proteja. Creo que, si la sociedad tiene información de calidad, se emociona con la Naturaleza será más fácil que se pueda conservar y legar a nuestros hijos con un mínimo de calidad.

¿Qué obstáculos has encontrado en tu camino?

En los años 80 era casi imposible obtener información de calidad sobre fotografía que no fuese sobre revelado. Lo que iba sacando en claro lo conseguía a través de libros en inglés que explicaban muchas cosas sobre fotografía de Naturaleza. Simplemente la concienciación en el extranjero sobre le tema era muy superior.

Quizá hoy tengamos tanta información que es difícil discernir la que ofrece mayor calidad o la que carece de errores conceptuales. Es increíble lo que nos podemos perder en las redes sociales y en Youtube…

¿Quién o quiénes han sido tus referentes?

La verdad es que soy poco mitómano y nunca he tenido referentes de forma consciente. Pero los libros de Jonh Shaw me enseñaron mucho, especialmente el primero que pude conseguir “Close Ups”. También me emocionaba con las fotos de Frans Lanting, Art Wolf…

Has participado en numerosas exposiciones. ¿Recuerdas alguna con especial cariño?

Casi todos los fotógrafos pasamos por etapas comunes y una de ellas es la de mostrar nuestro trabajo. He participado en numerosas exposiciones colectivas y más de diez individuales. La que más me ha gustado es una que hice con mi pareja, Anabel Viñas, en la que ilustramos con trabajos de Origami y otras técnicas de papel, las diferentes secciones de un periódico. Es algo muy alejado de lo que normalmente realizo y aprendí mucho sobre iluminación de estudio.

¿Qué es diferente ahora, en tu etapa profesional, de cuando eras principiante?

Creo que la mayor diferencia es haber aprendido el concepto de amortización del equipo. Compro muchos menos trastos que cuando empecé. Por aquel entonces todo lo que ganaba en concursos lo reinvertía en cámaras, objetivos, trípodes… Ahora me doy cuenta que tengo mucho equipo que apenas he usado y que cuanto más peso llevo al campo menos fotos acabo haciendo. En esto también influye la edad y la capacidad física, claro.

¿Qué les puedes contar a los fotógrafos y fotógrafas principiantes que empiezan ahora a descubrir este apasionante mundo?

Que lo importante es siempre disfrutar el camino y que no se identifiquen con sus fotos. A veces nos cuesta mucho conseguir una imagen y cuando alguien la critica mínimamente (incluso de forma muy positiva) lo consideramos una afrenta personal. No importa si la foto gusta a los demás o no, lo importante es que le guste a uno mismo. Con el tiempo vamos aprendiendo a ver nuestros errores y limitaciones, pero si desarrollamos unas habilidades autocríticas los resultados irán mejorando día a día con la práctica.

¿Qué nos puedes contar de tu experiencia con FotoRuta?

FotoRuta es un proyecto que permite a muchos fotógrafos españoles mostrar su enorme capacidad técnica y creativa. Durante mucho tiempo las editoriales se concentraron en traducciones de libros de éxito en el extranjero. Traducciones que llegaban a veces con años de retraso y que no se adaptaban a las necesidades de nuestro país. FotoRuta ofrece libros de un enorme interés, con muy buena calidad de impresión a precios razonables. Espero que sigan muchos años con esta encomiable labor.

 Háblanos de tu nuevo libro, El Arte del Revelado, ¿Cómo enfocas las explicaciones?

Todos mis libros parten del mismo concepto: explicar de forma clara, pero profunda, todos los elementos que necesita el lector para desarrollar el tema que trata cada ejemplar. En este caso hablamos de revelado y empiezo con conceptos generales de fotografía, profundizo mucho en las posibilidades de revelado y continúo con la edición en Photoshop. Creo que para un fotógrafo que comience o lleve unos años recojo más de un 95% de sus necesidades reales y podrá seguir sin problema cualquier otro tutorial.

¿Hay una fórmula del revelado perfecto?

No, cada foto tiene unas necesidades concretas. Cada autor tiene una intención precisa en cada imagen. Es necesario entender en profundidad como actúa cada tirador para que nuestro mensaje se vea realzado con el procesado. Además, es imprescindible saber para qué hacemos cada cosa, algo que tengo muy presente en cada explicación.

En tu libro dedicas un capítulo entero a la gestión del color. ¿Qué es y por qué es necesario gestionar el color?

La gestión de color nos permite obtener resultados coherentes, predecir cuál va a ser el resultado aproximado de una copia en un papel concreto. Mostrar nuestro trabajo en condiciones en Internet, imprimir un libro con unos tonos fieles a lo que vemos en el monitor…

Por desgracia, pocos fotógrafos conocen los conceptos necesarios para mantener un flujo de color adecuado. Pero es tan alta su importancia que he incluido un tema completo sobre este apasionante tema. Creo que es uno de los textos más largos sobre gestión de color, destinado a fotógrafos, que se ha publicado en nuestro idioma.

De las 1500 imágenes que contiene tu libro, muchas de ellas disponibles también en formato PSD como contenido adicional para que el lector las pueda analizar, ¿a cuál de ellas tienes especial cariño?

No me suelo encariñar mucho con mis fotos. Me gusta mucho el momento de prepararla, de crearla en mi imaginación, de verla con una iluminación determinada que luego se concreta en el mundo real…

Pero si tuviera que elegir una creo que me quedaría con la doble página inicial del puente metálico Enrique Estevan, en Salamanca. Ese día no iba con la idea de fotografiar hasta tarde. Pero al final el sitio me gustó tanto que nos quedamos Anabel y yo a esperar la puesta de sol con una temperatura de muchos grados bajo cero y una humedad altísima. Media hora antes de la foto ya estábamos los dos tiritando intentando calentarnos mutuamente. Afortunadamente, el enorme frío que pasamos se vio recompensado con una puesta bastante fotogénica, algo que en muchas otras ocasiones no sucede.



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