Sergio Arias ofrece más de 300 ejemplos en su nuevo libro

¿Cómo surgió este proyecto y cuál ha sido la idea más difícil de comunicar a los lectores?

Durante los años que llevo como formador he visto a mis alumnos tropezar una y otra vez en los mismos errores. Incluso mucha gente que lleva años haciendo fotos no consiguen transmitir lo que desean. Entonces me di cuenta de que cuando más aprendían era en las clases en las que comentábamos sus propias fotos, analizando cada elemento, cada error y cada acierto.

De manera que me puse a pensar en cómo escribir algo para que mis alumnos pudieran captar mejor en qué consistía la composición y cómo sería posible mejorar de una forma sencilla y práctica sus fotos. Tenía que ser algo fácil de leer, como unas pautas para seguir, y sobre todo debería ir directo al grano. Pero lo que tenía claro era que sería necesario poner muchos, muchos ejemplos. No solamente de grandes fotografías, sino de aquellas mal compuestas y compararlas con otras que estuvieran bien.

Lo más difícil ha sido conseguir que la gente se meta dentro de mi mente y entienda cuál es mi manera de pensar y actuar a la hora de tomar decisiones cuando estoy componiendo. De ahí que haya puesto tantos ejemplos. A la hora de componer se dan muchas situaciones distintas, y no me parecía suficiente poner una o dos fotos para ilustrar cada idea.

¿Qué aporta al mercado actual en el mundo de la fotografía tu enfoque editorial?

He leído diferentes libros de composición en mi vida y, aunque obviamente he aprendido, ha supuesto un gran esfuerzo. La composición no suele ser un tema ni divertido, ni ameno precisamente; así que uno de los retos con este libro era cambiar eso.

Quería escribir un libro que fuera sobre todo visual y fácil de leer, un libro ameno, sin mucho texto, y que enganchara al lector. Quería evitar esas páginas eternas con mucho texto y demasiados tecnicismos. A alguien que no sabe de composición hay que explicarle las cosas con un lenguaje sencillo y directo. Cuando imparto la clase de composición en mis cursos les pongo un vídeo con fotos de Steve McCurry en el que se ilustran los conceptos vistos en clase con sus fotografías. Poner ejemplos de grandes fotografías es una manera de motivar al lector para que se dé cuenta de que muchas veces no es necesario realizar una composición muy compleja para obtener grandes resultados.

Ahora bien, es muy habitual explicar por qué una fotografía funciona. Esto es relativamente fácil. Sin embargo, la gente que quiere aprender composición lo hace porque no sabe qué es lo que no funciona en sus fotos. De ahí que para ellos sea más fácil aprender y asimilar cada concepto si pongo ejemplos con errores y explico cómo solucionarlos. Creo que una buena forma de aprender composición es visualizar fotografías y entender las decisiones que tomó el fotógrafo al tomar esa imagen. Pero creo que se aprende mucho más de los errores que se cometen cuando no se sabe composición.

¿Cuál fue el recorrido personal y profesional hasta llegar a especializarte en este campo?

Cuando empiezas a hacer fotos lo que quieres es conseguir fotos espectaculares, parecidas a las de tus referentes. Intentas fotografiar lugares increíbles y buscas luces que no ves todos los días.

Al revisar las fotos en casa te das cuenta de que algo falla. A pesar de haber vivido la puesta de sol soñada, algo no funciona y no cuentas con ninguna foto excepcional. En mi caso sentía una pequeña decepción cada vez que me sucedía algo así.

En ese momento es cuando te das cuenta de que no basta con saber manejar tu cámara perfectamente, ni que tener la mejor luz del mundo va a hacer que tus fotos funcionen así como por arte de magia.

De manera que me puse manos a la obra y centré todo mi tiempo en aprender composición. Empecé a comprarme libros y a analizar cada una de mis fotos después de cada salida. Poco a poco aprendí a mirar de otra manera, fui capaz de analizar mejor sobre el terreno cada situación hasta conseguir interiorizarlo y mejorar considerablemente mis composiciones. No es que decidiera en ningún momento especializarme en aprender composición, sino más bien fue la necesidad y el deseo de querer subir de nivel lo que hizo que sin darme cuenta le dedicara tanto tiempo a este tema.

Cuéntanos alguna anécdota en la realización de cualquiera de las fotografías que aparecen en el libro

La foto de la página 237 está hecha en el Delicate Arch, en el Arches National Park de EE. UU. Este arco es muy famoso y al atardecer se reúne mucha gente para fotografiarlo, sobre todo cuando la última luz del sol lo ilumina. Durante la tarde, mucha gente se pone debajo para hacerse la típica foto y conforme se acerca la hora dorada se queda libre.

Recuerdo que la luz era muy bonita y ensimismado me fui acercando hasta tal punto que me puse dentro del arco. Fue entonces cuando vi mi sombra proyectada junto al arco y comprobé que podía ser interesante, sin darme cuenta de que les estaba fastidiando la foto a toda la gente que había al otro lado, momento en el cual empecé a escuchar ciertas palabras poco amables invitándome a que me fuera. Pedí disculpas y me quité, pero la foto ya la había hecho. 

¿Qué fotógrafos te han inspirado más y les consideras maestros en el arte de la composición?

Uno de los fotógrafos de los que he aprendido mucho ha sido José B. Ruiz. No solamente de composición, sino también de técnica. Me resultó muy útil tanto sus vídeos, como artículos, ya que realiza composiciones bastante sencillas, lo que va muy bien al principio. Tratar de realizar fotografías con muchos elementos y muy complejas no es sencillo.

Otro de mis referentes es Michael Kenna. De este fotógrafo aprendí que en cualquier sitio puede haber una fotografía. Sus fotografías son en blanco y negro, por lo que las formas de los elementos son clave en sus composiciones. Creo que es magistral cómo las usa para sacarse de la manga una gran composición.

Javier de Juan y Peñalosa

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